Por Ramón Ceballo
El estado de violencia que se observa con mayor grado en la República Dominicana, cada dia es mas alarmante y preocupante.
En el aspecto de la violencia social y doméstica, los dominicanos y las dominicanas, se sienten cada vez más inseguros e impotentes. No se observan a la vista alternativas para encontrar solución ante una realidad que escapa de las manos a las autoridades que están para establecer el orden social.
El grado al que ha llegado el incremento de tráfico, consumo y distribución de estupefacientes (drogas), ha facilitado que los dueños del negocio de las drogas, ganen más terreno con sus acciones criminales que las propias autoridades llamadas a combatirlos.
Las autoridades gubernamentales, instituciones educativas, entidades de servicio social, no encuentran soluciones para enfrentar éste enemigo que vive entre los diversos grupos de la sociedad dominicana.
Es tiempo de que las autoridades encargadas de combatir éste flagelo definan una pilítica que promueva programas de educación en los niveles básico y medio, donde se defina claramente la importancia de mantener una cultura de paz, se importantice el rescate de nuestra identidad, la cual cada día que pasa se va aceleradamente perdiendo, la solución de conflictos sin violencia, la promoción de los valores, y derechos humanos, así como enseñar a crear comunidades que promuevan una cultura pacifista.
Definitivamente, el Estado dominicano tiene que iniciar reformas donde desarrolle planes y programas que sean dirigidos a darle importancia a una política que tienda a fortalecer el núcleo familiar como estructura fundamental.
Necesitamos una política donde las autoridades hagan cumplir las leyes y no sean parte de los que sostienen el viejo modelo de formación social, a fin de que los delincuentes paguen por sus actos delictivos y no se les premie por sus acciones antisociales.