Por Ramón Ceballo
La criminalidad y la corrupción en Republica Dominicana han alcanzando dimensiones que años atrás era prácticamente imposible concebir.
Mencionar la palabra "corrupción" en una conversación es algo ya sumamente peligroso en nuestro país. Cuando se trae el tema, se habla de la presencia de ésta en todas las esferas del gobierno. Se habla de que el gobierno es corrupto, pero también que existe un alto grado de corrupción en las compañías privadas y en las corporaciones transnacionales.
Ya se habla de funcionarios, legisladores, y de empresarios corruptos. Se menciona la existencia de quienes reciben sobornos, pero con mucha frecuencia de pretende dejar a un lado a los responsables que los proporcionan.
A menudo se le atribuye este mal a la naturaleza humana y no se discuten las estructuras políticas y económicas que lo promueven. "Si la corrupción está en aumento, en nuestro país es mayormente el resultado de la rápida privatización de empresas públicas y de la incorporación a las funciones de gobierno de personas sin escrúpulos.
Este proceso de corrupción ha sido empujado por acreedores y funcionarios de los últimos gobiernos que hemos tenido. No podemos ocultar que en la mayoría de las instituciones privadas con el apoyo de ciertas autoridades, y muchas veces con los gobiernos y sus agencias, están involucradas en acciones que favorecen el estimulo de la corrupción.
Las corporaciones y empresarios privados dan sobornos con el interés de obtener contratos, para cosas como equipo militar y obras públicas de infraestructura, que de otra manera no hubieran obtenido, o simplemente para conseguirlos en términos más favorables.