Por Ramón Ceballo
La revolución del abril de 1965 constituye uno de los hechos más relevantes, sino es el primero en la historia de la República Dominicana en los últimos años por las implicaciones que ha tenido en el orden económico, social, político e ideológico.
La importancia de esta revuelta no radica solo en el enfrentamiento de dos sectores nacionales, ni en la segunda intervención militar norteamericana, sino en la conciencia creada en la juventud de la época del hecho que no importa la fuerza, sino la razón y los ideales.
De ahí, que ciertamente la revolución de abril de 1965 no surgió como tal, sino con las pretensiones de derrocar al gobierno de facto que presidía el doctor Donald Reid Cabral.
La situación fue tornándose crítica desde el año anterior, producto de la corrupción existente, lo cual provocó que distintos sectores comenzaran a organizarse con el objetivo de retornar a la constitucionalidad perdida.
La sublevación se había iniciado y los militares tomaron también el campamento 16 de Agosto y luego comunicaron de lo ocurrido al doctor José Francisco Peña Gómez, vocero del Partido Revolucionario Dominicano, quien se encontraba en la cabina de radio Comercial. El doctor Peña Gómez anunció al país, que grupos de militares se habían rebelado en contra del gobierno de facto.
El anuncio provocó que miles de personas salieran a las calles a manifestarse a favor de los militares insurrectos. Reid Cabral pretendió hacerse cargo de la situación, dirigiendo una alocución y dando un ultimátum a los militares sublevados, pero ya era tarde, el pueblo se encontraba en las calles y los militares comprometidos decidieron entregarles las armas.
Ante esta situación el grupo de San Isidro, reaccionó violentamente ametrallando la ciudadanía en la tarde del domingo del 25 de abril, cuando ya Reid Cabral había renunciado y el doctor José Rafael Molina Ureña fue juramentado presidente provisional de la República.
Los militares ubicados en la base aérea de San Isidro no aceptaron desde el principio el gobierno de Molina Ureña y reiteraron que favorecían la creación de una Junta Militar. Al mismo tiempo, se incrementaron los ataques aéreos en contra del puente Duarte donde se apostó desde el 24 de abril un considerable número de personas y se emplazaron varias piezas de artillería.
Los representantes de la misión Norteamericana en el país respaldaron al grupo de San Isidro, que públicamente lideraba el general Elías Wessin y Wessin.
Los bombardeos del 27 de abril al puente, al Palacio Nacional y a otros lugares de la capital, acompañado de las presiones ejercidas por la embajada norteamericana en contra de los constitucionalistas, motivó que el presidente Molina Ureña y otros miembros del gobierno provisional se asilaran en la embajada de Colombia y otras sedes diplomáticas.
El vacío dejado por Molina Ureña y sus principales funcionarios fue llenado en horas de la noche por su Ministro de Interior, el coronel Caamaño Deñó, quien rápidamente se convirtió en el líder del movimiento constitucionalista.
Los Constitucionalistas, quieres fueron llamados rebeldes por la embajada norteamericana, comenzaron a atacar los destacamentos policiales para procurarse las armas de fuego que le hacían falta...
El gobierno norteamericano que presidía Lyndon B. Jhonson argumento la necesidad de la intervención para "salvar vidas". Pero de inmediato, se observo que los marines estaban del lado de los militares de San Isidro.
La respuesta a esa acción Norteamericana fue la juramentación como presidente de la República del coronel Caamaño Deño el 3 de mayo cumpliendo de ésta manera el mandato constitucional de 1963 que establecía que correspondía al Ministro de Interior asumir la primera magistratura en ausencia de los anteriores titulares.