jueves, 6 de enero de 2011

El Partido Revolucionario Dominicano y su futuro

Por Ramón Ceballo
El proceso electoral que acaba de pasar en República Dominicana ha evidenciado claramente que no era posible darle al Partido Revolucionario Dominicano otra oportunidad para que gobierne el país en ninguna de las instancias del poder.

La dirección perredeísta convencida de la poca aceptación del partido se aferró a llevar a cabo un pacto político electoral entre perredeístas y reformistas, el cual finalmente terminó en un fracaso estrepitoso. El desgaste y pérdida de credibilidad de la dirección del PRD-PPH han quedado evidenciados. 

La pobre gestión administrativa del gobierno de Hipólito Mejía, el cual desaprovechó la gran oportunidad de su historia "para realmente hacer un gobierno de cambio o por lo menos de decencia", han provocado las derrotas electorales sucesivas del PRD en el 2004 y el 2006. 

La evaluación negativa que hace el electorado dominicano de la figura del ex-presidente Hipólito Mejía ha tenido un efecto demoledor para el Partido Revolucionario Dominicano. 

El PRD ha sufrido las derrotas electorales como resultado de que sigue todavía estando atrapado por una corriente antihistórica dirigida por Hipólito Mejía y su grupo, facción, con menor tradición perredeísta en términos ideológicos y programáticos. 

Hipólito Mejía pensaba que si se mantenía activo el tiempo curaría las heridas y quedaría como el líder real del PRD, con una clara opción de poder ser nuevamente candidato. Sin embargo la evaluación negativa que hace el electorado dominicano de la figura del ex presidente ha tenido un efecto demoledor para el Partido Revolucionario Dominicano. 

El Partido del jacho, el cual en un momento histórico fue llamado como el partido de la "esperanza nacional", sigue siendo un preso del ex presidente Hipólito Mejía y está cosechando los frutos "negativos" del pasado gobierno dirigido por Mejía.

La dirigencia del PRD fracasó porque dejó de lado su proceso de reorganización y modernización, iniciado el pasado año.

La conducción política del grupo que dirige al Partido Revolucionario Dominicano ha demostrado ser errática, torpe y tortuosa en su recorrido, incurriendo en la más grave de las faltas partidarias, desconocer el partido y jerarquizar el interés personal, llegando a perder completamente la objetividad. 

El grueso de las acusaciones se dirigen hacia Hipólito Mejía, el ingeniero Ramón Alburquerque, el doctor Orlando Jorge Mera, y Aníbal García Duverge, responsables directos de las negociaciones con el PRSC y arquitectos de la eliminación y sustitución de los candidatos escogidos por las convenciones y hasta inscritos en la JCE. 

Los perredeístas no salieron a votar porque no los tomaron en cuenta para la selección de los candidatos, ya que la dirección engaño a los aspirantes a cargos electivos para estas elecciones Congresionales y Municipales. 

El proceso convencional, a pesar del silencio impuesto, dejó una secuela de disgustos, inconformidades y heridas, en muchos casos justificadas, a consecuencia de la  incorrecta e interesada administración de las decisiones  y  de  irrespeto a acuerdos orgánicos que  se dictaminaron en perjuicio de liderazgos reales.

La complicidad de Hipólito y su grupo, patrocinó arbitrariamente señalar e imponer  candidatos, despojando a los líderes locales perredeístas del derecho a representar a su partido en la boleta blanca.
Usaron sus posiciones jerárquicas para condicionar con mentiras reiteradas la mentalidad de la militancia e inducirlos a aceptar la conveniencia de una alianza que en la práctica nunca se produjo.

La dirección del PRD, con Hipólito a la cabeza fueron los artífices de la desvergüenza y prefirieron sacrificar a una cantidad mayor de aspirantes a cargos electivos, y en consecuencia se hizo presente el resentimiento.  
 En consecuencia de lo señalado, el castigo a los responsables de dirigir el PRD, no se hizo esperar, un fracaso total y una derrota rotunda. 

Un partido que ha sufrido una derrota como la del PRD tiene la necesidad de generar  una nueva expectativa si quiere ponerse en condiciones de competir. Es la oportunidad de la conformación de una fuerza renovadora que impulse políticas y acciones, las cuales contribuyan a cambiar profundamente la práctica política que actualmente prevalece en el PRD.

Es el momento para iniciar una movilización tendente a buscar una real modernización que traiga como resultado la transformación del PRD, contribuyendo a reestablecer su mística democrática y los principios que  originaron su fundación.

Es oportuna la ocasión para luchar por convertir al PRD, en una organización democrática, moderna, descentralizada y eficiente que cohesione y comprometa a su militancia y a la sociedad en la lucha por el bienestar de todas y todos, capaz de reestablecer la fe de la clase media y el sector liberal de la sociedad dominicana que durante décadas se vinculó a las posiciones del Partido Revolucionario Dominicano.