jueves, 14 de agosto de 2025

Masculinidad en Transformación

 


Por Doctor Ramón Ceballo

La masculinidad no es una categoría fija ni un rasgo biológico inmutable; es una construcción social que se moldea a través de comportamientos, roles y expectativas que varían entre culturas, épocas y contextos.

Desde temprana edad, los hombres aprenden, a través de la socialización, lo que “se espera” de ellos, influenciados por la familia, la escuela, los medios de comunicación y el entorno cultural.

Históricamente, la masculinidad tradicional ha promovido un único modelo de ser hombre, fuerte, seguro, decidido, exitoso y, sobre todo, emocionalmente imperturbable. Este patrón ha llevado a que muchos hombres repriman sus emociones, eviten mostrar vulnerabilidad y midan su valor únicamente a través del poder, el éxito económico o la dominación.

En contraposición, surgen conceptos como la masculinidad saludable o la masculinidad positiva, que promueven la libertad de los hombres para expresar su individualidad, sus emociones, sin miedo al juicio social.

Este enfoque impulsa valores como la empatía, la cooperación, la expresión emocional y el respeto por la igualdad de género, entendiendo que la fortaleza también puede manifestarse en la capacidad de cuidar, escuchar y construir relaciones basadas en el respeto mutuo.

Para que la transición hacia una masculinidad positiva y saludable sea real y sostenible, es fundamental implementar programas educativos que aborden este cambio desde la infancia.

Las escuelas, como espacios de socialización primaria fuera del hogar, son el escenario ideal para cuestionar estereotipos de género y promover valores como la empatía, la corresponsabilidad y el respeto mutuo.

Un programa bien diseñado podría incluir talleres interactivos, formación docente, actividades de reflexión y campañas que visibilicen diversas formas de ser hombre, alejadas del machismo y la violencia.

Al iniciar este proceso en edades tempranas, no solo se siembran las bases de una nueva cultura masculina, sino que también se previene la reproducción de patrones que han limitado el bienestar emocional y la igualdad social durante generaciones.

Además, es importante reconocer la diversidad de masculinidades. No existe una sola forma de ser hombre, y aceptar esta pluralidad es un paso clave para combatir el machismo y sus consecuencias, que van desde la violencia de género hasta problemas de salud mental en los propios hombres. Reconocer masculinidades igualitarias es abrir la puerta a un modelo más justo, en el que todos puedan desarrollarse plenamente sin cargas de estereotipos.

La discusión sobre la masculinidad ya no es opcional, es una urgencia social. El suicidio es la principal causa de muerte en hombres menores de 50 años. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), anualmente mueren por suicidio alrededor de 727 000 personas en todo el mundo.

Más de la mitad de esos suicidios (aproximadamente un 56 %) ocurren en personas menores de 50 años, lo que refuerza la gravedad de esta forma de muerte en edades jóvenes y adultas tempranas., y una de las razones más señaladas es la presión cultural que les obliga a callar su dolor, a “aguantarse” y a no pedir ayuda.

No se trata de “debilitar” a los hombres, sino de liberarles de un molde que les ha exigido dureza a costa de su salud emocional, de sus vínculos y, muchas veces, de sus vidas.

Una masculinidad positiva no solo previene la violencia y fomenta la igualdad, sino que también abre el camino para que hombres y mujeres vivan con más libertad y menos miedo.

 La pregunta no es si debemos iniciar este cambio, sino cuánto tiempo más podemos permitirnos esperar antes de perder más vidas y oportunidades...