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jueves, 14 de agosto de 2025

¿Cuál es la salida posible a la crisis de Haití?


Por Doctor Ramón Ceballo

La situación en Haití es una tormenta perfecta de violencia, colapso institucional, pobreza estructural y falta de liderazgo. Pero pese a lo abrumador del escenario, organizaciones expertas y voces influyentes identifican rutas posibles de recuperación si se actúa con visión a largo plazo, coordina con los actores correctos y se prioriza el liderazgo haitiano.

1. Seguridad: base imprescindible para el retorno al orden

  • El experto en derechos humanos de la ONU, William O’Neill, señala que se requieren entre 2.500 y 3.000 policías internacionales bien entrenados y equipados para estabilizar el país. Además, urge frenar el flujo ilegal de armas desde EE.UU. y detener deportaciones masivas desde países vecinos.

  • La ONU ha propuesto asumir los costos estructurales y logísticos de la fuerza multinacional actualmente desplegada, compuesta por policías de Kenia, Jamaica, Guatemala y El Salvador, ante su evidente escasez de recursos.

  • Mientras tanto, el gobierno ha declarado el estado de emergencia en varias zonas afectadas por el avance de las pandillas y ha nombrado un nuevo jefe de policía con experiencia, en un intento por revitalizar la institucionalidad de seguridad pública.

  • Modelos de intervención más efectivos piden que las acciones militares vayan seguidas de una reforma y profesionalización de la policía, fortalecimiento judicial y desarme con reinserción. Todo esto con una planificación de décadas, no de meses.

2. Gobernanza y reconstrucción institucional

  • La comunidad haitiana y organizaciones como CARICOM proponen la creación de un Gobierno de Unidad o un Consejo Presidencial de transición, con participación real
  • Sin embargo, la experiencia muestra que los esfuerzos desarticulados de organizaciones internacionales, sin foco en la institucionalidad local, han sido infructuosos. Se necesita una estrategia de reconstrucción planificada, participativa y liderada por Haití.

  • Por ello, se exige una intervención internacional reeditada, liderada por países del Sur global, que responda a las prioridades definidas por jóvenes y nuevos liderazgos haitianos. La idea es replicar modelos exitosos como el de Brasil o Kenia en los últimos años.

3. Desarrollo económico, justicia y cohesión social

  • Haití debe impulsar un Plan de Recuperación de Medio Plazo (2025–2030) coordinado por el BID, Banco Mundial y la UE, para priorizar inversiones inclusivas y estratégicas.

  • Se necesitan políticas públicas orientadas al combate de la corrupción, reforma electoral, justicia independiente y transparencia, esenciales para restaurar la confianza ciudadana.

  • La revitalización de la agricultura, el turismo, el emprendimiento como la tecnología digital, y el rescate del sector energético (solar y renovable) son sectores clave para generar empleos y dinamizar la economía.

  • Planes de desarrollo regional, fortalecimiento de infraestructura fuera de Port-au-Prince y protección ambiental ayudarían a descongestionar la capital y promover el crecimiento equilibrado.

4. Fortalecer la cohesión social desde la base

  • Se propone la creación de un Comité Nacional de Monitoreo, integrado por movimientos sociales, comunidades rurales, ONG y figuras de la sociedad civil, para vigilar al Ejecutivo de transición y preservar los principios democráticos.

  • Para desactivar la influencia de pandillas, podría implementarse un programa de salida segura para miembros juveniles, acompañado de campañas de sensibilización y reinserción mediante educación y empleo.

  • El apoyo a la agricultura local, especialmente a través de las líderes conocidas como madan sara, permitirá asegurar soberanía alimentaria y fortalecer las redes comunitarias.

5. El camino alternativo: Haití como protagonista

Voces como el periodista del New Yorker subrayan que Haití necesita soluciones lideradas por sus ciudadanos, no dependientes de intervenciones extranjeras recurrentes. Proponen, incluso, descentralizar el poder mediante el traslado de la capital, empoderar el campo y la economía rural, y proteger su soberanía como vía hacia una autonomía duradera.

No hay atajos. Haití necesita una respuesta coordinada que combine seguridad, reconstrucción institucional, desarrollo económico, justicia social y un protagonismo democrático real. Las intervenciones deben estar alineadas con planes definidos por la nación haitiana y apoyadas por actores regionales responsables. 

Solo así se construye una salida viable, justa y sostenible a una crisis compleja.