Por Doctor Ramón Ceballo
El
suicidio es hoy la tercera causa de muerte entre jóvenes en el mundo. En
América Latina las cifras crecen, y República Dominicana no escapa a esta
alarmante tendencia, donde más de la mitad de los casos están ligados a
trastornos mentales como la depresión.
Una amenaza global que crece en silencio, pues más de 720.000 personas mueren por suicidio cada año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), convirtiéndose en la tercera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años.
En el grupo adolescente (15–19 años), la tasa mundial promedio es de 7,4 por cada 100.000 habitantes, con mayor incidencia en varones.
La OMS estima que uno de cada siete adolescentes en el mundo
padece algún trastorno mental, aunque la mayoría no recibe atención
adecuada. La depresión, la ansiedad y
el abuso de sustancias son los factores más asociados al riesgo suicida,
agravados por contextos de violencia, exclusión social, acoso escolar y crisis
familiares.
Latinoamérica y el Caribe es la región donde el
suicidio va en aumento, según establece la Organización Panamericana de la Salud (OPS) la cual advierte
que las muertes por suicidio superan
las 100.000 al año en la región, y que América Latina y el Caribe son las únicas zonas del mundo donde la
tendencia sigue en aumento desde el año 2000.
En los adolescentes, el suicidio
figura entre las cuatro principales
causas de muerte.
El estigma, la escasez de servicios de salud mental y la desigualdad económica
dificultan la prevención. La OPS insiste en que los gobiernos deben integrar la salud mental a la educación,
capacitar a docentes, fortalecer la atención primaria y promover campañas que
rompan el silencio sobre el tema.
En la República Dominicana hay más de 600 suicidios
al año de acuerdo a los datos de la
Oficina Nacional de Estadística (ONE)
los cuales reflejan un panorama preocupante.
Entre 2019 y 2023 se registraron 3.152 suicidios, con una tasa nacional
que varía entre 6,6 y 7,1 por
cada 100.000 habitantes. Solo en 2023 se contabilizaron 669 casos, y más de 200 correspondieron a adolescentes entre 10 y 19 años.
De acuerdo con la ONE, alrededor del 60 % de los suicidios están
vinculados a la depresión u otros problemas de salud mental, mientras
que el resto se relaciona con conflictos familiares, violencia doméstica y
dificultades económicas.
La verdad es que muchos jóvenes
presentan síntomas de depresión y no reciben tratamiento alguno, ya sea por falta de servicios especializados, costos elevados o temor al estigma social. Esta brecha
de atención convierte la salud mental en una deuda pendiente del sistema
sanitario dominicano.
El suicidio en los adolescentes no
es solo un hecho individual, sino un síntoma de una crisis estructural en el
sistema de salud de la República Dominicana, por lo tanto, urge ampliar los programas escolares de salud mental,
establecer líneas de atención
confidenciales para jóvenes, y capacitar
a maestros, médicos y familias para identificar señales tempranas de
riesgo.
Cada vida perdida representa una
oportunidad fallida de intervención.
Frente a una problemática que crece silenciosamente, República Dominicana
necesita una política nacional de prevención del suicidio que ponga la salud
mental juvenil en el centro de la agenda pública.
