Por Doctor Ramón Ceballo
En un mundo donde la atracción física suele marcar el primer paso en los vínculos afectivos, hay quienes sienten que lo más seductor no está en el cuerpo de la persona, sino en la mente.
Para un sapiosexual, alguien cuya atracción hacia la persona del sexo opuesto se despierta a través de la inteligencia y la profundidad intelectual, el camino hacia una conexión auténtica sigue una ruta distinta, más compleja, más desafiante.Compartir tiempo con una persona del sexo opuesto que posee ideas propias, sensibilidad aguda y capacidad de expresión, además de resultarle estimulante, le despierta una admiración genuina que puede llegar a eclipsar cualquier otro tipo de deseo.
Paradójicamente, cuanto más
se admira a alguien por su mente y su manera de ver el mundo, más se le cuida,
más se teme alterar el equilibrio emocional alcanzado por esa persona. Surge una especie de
respeto reverencial que, sin proponérselo, coloca a la otra persona en un
espacio casi sagrado, ajeno a los códigos habituales de la seducción.
La persona sapiosexual suele quedar atrapado en una encrucijada emocional, debido a un conflicto interno donde se debate entre el deseo de tener una relación y el temor de arruinar algo valioso que ha construido. No es la ausencia de atracción o falta de interés lo que la detiene, sinó la profundidad del vínculo intelectual que ha construido.
Es precisamente el valor que le otorga a esa conexión mental lo que lleva a proteger, incluso a costa de reprimir o sacrificar la intención de lo que siente por la persona.
El mayor conflicto del sapiosexual no radica en su capacidad de amar o sentir atracción, sino en la tensión emocional entre la intensidad de su conexión intelectual y el temor a romperla al dar paso al deseo romántico.
El verdadero conflicto del sapiosexual es emocional y ético a la vez, valora tanto la conexión mental que establece con la otra persona, admiración, afinidad, respeto profundo, que teme que el deseo romántico o sexual pueda alterar, dañar o incluso destruir ese lazo. La mente le atrae, pero también le impone límites.
Este dilema se manifiesta en preguntas internas como:
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¿Y si intento algo más y pierdo su amistad?
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¿Cómo distinguir entre conexión intelectual y amor romántico?
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¿Merezco romper este vínculo por un impulso que tal vez no sea correspondido?
Por eso, el mayor conflicto del sapiosexual es atreverse a cruzar esa delgada línea entre la mente y el corazón, entre lo que se piensa y lo que se siente, sin traicionar la profundidad de lo que ya se ha construido.
Sin embargo, lo cierto es que, a veces, esa amistad que se protege con tanto celo por miedo a perderla es, en realidad, la base sólida sobre la cual podría levantarse una relación auténtica, duradera y profundamente significativa.