Por Dr. Ramón Ceballo
En medio de las reacciones encontradas que ha generado la prohibición de giros a la izquierda en varias intersecciones del Distrito Nacional, es necesario recordar que estas medidas no son ni nuevas ni improvisadas.
El reordenamiento vial que hoy despierta debates se remonta a más de dos décadas y ha sido parte de una estrategia urbana gradual para mejorar la movilidad en Santo Domingo, se inició en la avenida Winston Churchill.
El proceso de reorganización del tránsito comenzó a principios de los años 2000, cuando las autoridades del Distrito Nacional iniciaron la aplicación progresiva de restricciones a los giros a la izquierda en intersecciones críticas.
Fue
durante la gestión del ex alcalde Roberto Salcedo (2002–2016)
cuando estas medidas se institucionalizaron como parte de un plan para reducir
la congestión vehicular en una de las arterias más transitadas de la capital.
En aquel momento, las disposiciones no generaron controversias significativas. Conductores, urbanistas y autoridades entendieron su necesidad dentro de un contexto de crecimiento urbano acelerado.
Las reacciones aisladas que surgen ahora, muchas
de ellas teñidas de un oportunismo político que no se manifestó en el pasado
con firmeza no pueden lograr empañar el carácter técnico del plan de movilidad
que se venía desarrollando.
Entre los años 2010 y 2020, las restricciones a los giros a la izquierda no solo se mantuvieron, sino que se ampliaron. Se incorporaron mejores sistemas de señalización, se realizaron estudios de impacto y se sumaron nuevas intersecciones al plan de reordenamiento.
Esta etapa sentó las bases para lo que, en 2024 y 2025, se ha
convertido en una fase más avanzada del proceso: la extensión de las
prohibiciones, acompañada de debates públicos más intensos y la reactivación
del discurso sobre movilidad sostenible.
Aunque para algunos las
recientes disposiciones puedan parecer abruptas, lo cierto es que forman parte
de una estrategia urbana de largo plazo. La eliminación de giros a la izquierda
no solo busca mejorar la fluidez del tránsito, sino también reducir los
puntos de conflicto, minimizar los accidentes y facilitar el
desplazamiento del transporte público.
La resistencia de algunos ciudadanos,
visible en redes sociales y en ciertos medios, refleja el impacto inmediato que
estas decisiones tienen sobre la rutina diaria de los conductores. Sin embargo,
expertos en tránsito coinciden en que estas medidas son necesarias
para evitar el colapso del sistema vial del Gran Santo Domingo.
Los giros a la izquierda
representan uno de los principales factores de interrupción del flujo vehicular
y, en intersecciones de alto tránsito, pueden generar caos, accidentes y cuellos
de botella.
Su objetivo sigue siendo el mismo: ordenar una ciudad que ha crecido de
manera acelerada y sin planificación, para hacerla más segura,
funcional y eficiente.
La verdad es que los
voceros del gobierno de Abinader, no han asumido la responsabilidad de defender
estas medidas y prefieren dejar que su gobierno cargue con la responsabilidad
de las medidas y las restricciones a los
giros a la izquierda como una molestia puntual, en lugar de salir a explicar
que es fundamental entenderlas como parte de una política de movilidad que
busca transformar el tránsito urbano en Santo Domingo.
La historia demuestra que
estas medidas no surgieron de la noche a la mañana. Son el resultado de más de veinte años de
planificación, adaptación y esfuerzo por parte de distintas
gestiones. Ignorarlo es contribuir a una narrativa simplista que desvía la
atención del verdadero desafío: construir una ciudad que funcione para todos.