domingo, 29 de junio de 2025

María Estela de León mujer que honra su rol con integridad y servicio público

 


Por Doctor Ramón Ceballo

En tiempos donde el descrédito de las instituciones y la apatía hacia lo público parecen imponerse, hay historias que merecen contarse. Historias de compromiso silencioso, de entrega diaria, de coherencia profesional. Una de ellas es la de María Estela de León, una mujer que ha honrado su rol en el Estado con integridad, vocación y una perseverancia poco común.

Nacida en el municipio de Bohechío, en la región sur de la República Dominicana, María Estela Periodista y Abogada,  representa el rostro de miles de mujeres dominicanas que, desde el trabajo constante y sin estridencias, construyen país. Su formación académica comenzó en su comunidad natal, pero fue en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) donde consolidó su preparación profesional y su compromiso con el servicio público.

Desde hace 33 años, María Estela de León ha trabajado en la Junta Central Electoral (JCE), institución clave para la democracia dominicana. A lo largo de más de tres décadas, ha desempeñado diversas funciones técnicas y administrativas, siendo testigo, y parte de los procesos de transformación institucional que han modernizado el sistema electoral del país.

Su permanencia y ascenso dentro de la JCE no han sido fruto del azar, sino del rigor, la experiencia y la solvencia profesional con la que ha ejercido cada tarea que se le ha encomendado.

En el año 2024, su trayectoria fue reconocida con su postulación a Juez titular de la  Junta Central Electoral (JCE), una aspiración legítima que evidenció el respeto y la confianza que ha generado dentro del ámbito jurídico y electoral dominicano.

María Estela de León, especialista en Derecho Laboral, con Maestría en Derecho Electoral y Procesal Electoral, fue evaluada por la Comisión del Senado de la República, obteniendo una calificación destacada por parte de los legisladores, quienes,  tanto por su hoja de vida como la claridad de sus respuestas,  su dominio de los temas electorales y constitucionales.

Su desempeño fue tan sobresaliente que fue incluida en la terna presidencial remitida al pleno del Senado para la conformación del nuevo Tribunal de la JCE.  Aunque no resultó finalmente seleccionada, su candidatura se posicionó como una de las más sólidas del proceso, reflejando el tipo de perfiles que el país necesita en espacios de alto arbitraje institucional: preparados, experimentados y éticamente intachables.

Además de su trabajo técnico, María Estela de León también ha tenido una activa participación en medios de comunicación, donde contribuye con análisis y opiniones sobre temas sociales, jurídicos y electorales. Esta faceta como comunicadora ha ampliado su influencia y le ha permitido conectarse con distintos sectores de la ciudadanía desde una voz crítica, constructiva y orientada a la educación cívica.

En una sociedad que aún lucha por garantizar una participación plena y equitativa de las mujeres en los espacios de poder, figuras como María Estela de León marcan una diferencia. Su vida profesional es ejemplo de cómo la integridad, la formación y la perseverancia pueden abrir camino en estructuras muchas veces dominadas por intereses y cuotas políticas.

Hoy, más que nunca, el país necesita rostros como el suyo, capaz, firme, comprometida y con un profundo sentido del deber público. Mujer que no busca protagonismo, pero cuya trayectoria habla por sí sola.

Ahora que en la Junta Central Electoral (JCE) se ha producido una vacante como suplente del magistrado Chami Isa, se presenta una nueva oportunidad para que el Senado de la República rectifique una omisión institucional. La elección de María Estela de León, una mujer con más de tres décadas de servicio ejemplar en el organismo electoral, sería un acto de justicia y coherencia con los principios democráticos y constitucionales que rigen al país.

La verdad es que, sería una señal clara de compromiso con el Objetivo de Desarrollo Sostenible No. 5: Igualdad de Género, que llama a poner fin a todas las formas de discriminación y violencia contra mujeres y niñas, y a empoderarlas en todos los espacios, incluyendo los órganos de poder y decisión.

Reconocer la trayectoria de María Estela no es solo hacer justicia individual; es avanzar hacia una democracia más equitativa, inclusiva y representativa.