domingo, 29 de junio de 2025

Estados Unidos tras la guerra Irán–Israel: las primeras ondas económicas del conflicto de junio 2025

 


Por Ramon Ceballo

Desde que estalló la guerra abierta entre Irán e Israel en junio de 2025, con la participación directa de Estados Unidos en apoyo a su aliado histórico, las repercusiones económicas dentro del territorio estadounidense no se han hecho esperar. Aunque el frente de batalla se ubica a miles de kilómetros, el impacto en los bolsillos estadounidenses, en los mercados y en la economía real ha sido inmediato y palpable.

Uno de los primeros signos del impacto fue el aumento del precio del petróleo, provocado por la amenaza real de cierre del Estrecho de Ormuz —una vía por la que transita aproximadamente el 20 % del crudo mundial. Solo en las dos primeras semanas del conflicto, el precio del barril superó los 100 dólares, lo que repercutió directamente en los surtidores de gasolina.

En ciudades como Los Ángeles, Houston y Nueva York, el precio promedio del galón de gasolina superó los 5.30 dólares, generando protestas entre conductores de servicios logísticos y ciudadanos que dependen del transporte privado. El alza también afectó los costos del transporte aéreo y de carga, elevando los precios de productos básicos y alimentos importados.

Aunque la inflación venía siendo controlada desde 2024 gracias a las políticas restrictivas de la Reserva Federal, la guerra reactivó una presión inflacionaria imprevista. El temor a una nueva escalada bélica prolongada ha afectado las proyecciones de crecimiento para el segundo semestre de 2025.

Empresas del sector industrial, agrícola y comercial ya reportan incrementos en los costos operativos por el encarecimiento de la energía y las interrupciones en las cadenas de suministro provenientes de Medio Oriente y Asia. El sector logístico, especialmente los puertos de la costa oeste, también ha experimentado demoras y costos adicionales por medidas de seguridad reforzadas.

Las principales bolsas de valores estadounidenses Dow Jones, Nasdaq y S&P 500 registraron caídas de entre 5 % y 8 % en las semanas posteriores al inicio del conflicto. Empresas vinculadas al transporte, la manufactura y la tecnología vieron depreciarse sus acciones. Por el contrario, los títulos del sector defensa, petróleo y energía registraron subidas significativas, reflejando el movimiento de los inversionistas hacia activos considerados “seguros” en tiempos de guerra.

Los bonos del Tesoro volvieron a apreciarse como refugio, pero al mismo tiempo el dólar enfrentó presión por la incertidumbre global. Esta combinación ha puesto en tensión las decisiones de política monetaria que deberá tomar la Reserva Federal en su próxima reunión.

La participación directa de Estados Unidos en el conflicto incluyendo el despliegue de portaaviones, el envío de sistemas antimisiles y la activación de bases militares en el Golfo ha tenido un costo económico inmediato. Analistas del Congressional Budget Office (CBO) estiman que el gasto militar adicional en solo el primer mes de intervención podría superar los 30 mil millones de dólares.

Esto ha reabierto el debate sobre el déficit fiscal, justo cuando el Congreso debate el nuevo techo de la deuda federal. Sectores republicanos exigen recortes internos si se va a ampliar la inversión militar, mientras que sectores demócratas reclaman que esos fondos podrían ser mejor usados en programas sociales o en la transición energética.

Ganadores:

  • Las grandes contratistas de defensa como Raytheon, Lockheed Martin y Northrop Grumman han visto subir sus acciones con nuevos contratos emergentes.
  • El sector petrolero y gasífero ha elevado sus ingresos y producción, con estados como Texas y Dakota del Norte aumentando su extracción para suplir parte de la incertidumbre global.

Perdedores:

  • El sector agrícola, que depende de fertilizantes e insumos provenientes de rutas globales, ya reporta alzas en los costos.
  • El comercio internacional y las pequeñas y medianas empresas importadoras ven afectadas sus operaciones por el encarecimiento del transporte marítimo.

Una economía en tensión, con consecuencias políticas

Más allá de los números, el conflicto Irán–Israel ha inyectado incertidumbre en una economía estadounidense aún frágil tras las secuelas del COVID-19, la guerra en Ucrania y la crisis de inflación de 2022–2023. Las consecuencias económicas de esta nueva guerra están reconfigurando el discurso electoral de cara a las elecciones presidenciales de 2026, y tensando las relaciones entre el gobierno federal y varios estados.

Mientras tanto, el ciudadano común comienza a sentir que otra guerra ajena vuelve a sentirse en casa, no con misiles ni bombas, sino con alzas en el supermercado, ajustes presupuestarios y un futuro económico cada vez más incierto.

Ramón Ceballo es médico, ex diputado al Congreso Nacional de la República Dominicana, ex secretario de la Comisión Permanente de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, ex vicepresidente del Parlamento Latinoamericano, así como de los foros Parlatino–UE y Parlatino–Paramérica. Es articulista en diversos medios de comunicación sobre política internacional.