publicado el dia 15 de agosto
Por Ramón Ceballo
Cuando el ser humano tiene definido sus valores, y logra apreciar,
querer o amar a alguien, nunca es capaz de tomar decisiones que vayan a
maltratar a esa persona, no asume la responsabilidad de juzgarla, mucho
menos controla sus actuaciones, es incapaz de sentir celos pues no se
siente dueño de nadie.
Es el m omento más adecuado para impulsar una política dirigida a
crear una visión diferente del ser humano en la cual debemos aprender a
tomar la decisión de apreciar, aceptar, y respetar la libertad de todos
los demás seres humanos.
En esa nueva cultura que debe prevalecer en la
humanidad, debemos impulsar que no seamos víctima, sino capaz de asumir
su parte en la creación de las situaciones por las que debe pasar para
aprender lecciones que harán elevarse a su espíritu; porque cuando uno
logra elevarse espiritualmente, el ser angelical también se eleva, por
eso recibes ayuda en este proceso.
Cuando uno ama a una persona, nunca hace que esa persona se sienta
avergonzado o “menos que uno…”, increpándole su falta de crecimiento
como ser humano y espiritual. Lo que uno debe hacer es ayudarle en el
proceso para que se desarrolle y crezca.
Cuando uno valora, aprecia o ama a una persona y ocurre una situación
difícil, lo que debemos es tener una gran compasión por ella, (nunca
lástima) por el hecho de que esa persona no está a su misma estatura
espiritual.
Debemos hacerle comprender que las limitaciones temporales, que
corresponden a la experiencia física en la tierra, solo son un antifaz
de lo que realmente es el ser humano.
Si logramos actuar así, le hacemos ver al otro que esta experiencia o
limitación física no es su realidad total y que más allá de estas
limitaciones se encuentra el ser humano ilimitado que es el. Solo así,
nos damos cuenta que ese es el ser que nosotros valoramos, apreciamos o
amamos incondicionalmente, y solo así, cuando comenzamos a ver a quien
tenemos compartiendo esa amistad!.
Si nosotros queremos vivir la experiencia del amor, del aprecio o de
la valoración que tenemos hacia nuestro amigo/a no es necesario nada
extraordinario sino comprender que la existencia terrenal si bien es
real para nosotros, solo es una parte de la realidad, porque más allá de
las posibles limitaciones que tiene nuestro amigo/a, todos somos seres
espiritual sin limitaciones.